Reflexiones de una mente perturbada
por la TV
Sí, sonará a cliché, pero este es
el punto más drástico al que ha llegado mi reflexión acerca de la
programación de la televisión.
Todos, o prácticamente todos, hemos
criticado los contenidos de la televisión abierta mexicana, no
obstante nos refugiamos en los servicios de paga como una alternativa
casi lógica, como una táctica de escape, eso, como un escape.
Sin embargo, hace un par de días
sintonicé TLC (Travel and Living Channel) porque soy un fanático de
los programas de cocina, no obstante, hubiera preferido nunca haber
visto lo que vi. Me topé con un programa llamado “Llegó Honey Boo
Boo” (Here Come Honey Boo Boo).
Entiendo que la temática del
programa es la de plasmar “en esencia” la imagen de una familia
“real” de los Estados Unidos, entiendo también que el objetivo
mediático es generar conflictos, debates y toda clase de críticas
(como ésta) en torno al “show”… ¡Pero es que de verdad es
demasiado!
En definitiva no soy un crítico de
la televisión, ni me interesa serlo, para ser francos; Mi problema
viene de pensar que, tarde o temprano, llegará su “homólogo”
mexicano.
La nula capacidad de creación de
nuestros “escritores” y “diseñadores” de contenido de la
televisión nacional han aprendido a vivir al más puro estilo de un
parásito, es decir, a costa de productos alternos que no son creados
por ellos.
Si alguien ya ha visto este programa
tal vez coincida con mi temor: ¿Qué sería de nosotros si existiera
una Alana Thompson a la mexicana? El simple hecho de pensarlo me
revuelve el estómago, realmente lo hace.
Y es que el programa refleja la vida
de una familia norteamericana de clase social baja, de esos que son
la “comidilla” de los gringos; Acá en México si bien las
familias con esas características también existen (y se cuentan por
millones) serían elegidas en base a un casting, puedo apostarlo.
Una vez que se encuentre a los
“elegidos”, obviamente al azar y sin trucos, como suele hacerlo
la dirigencia de los programas en nuestro país, ¿qué seguiría? El
proceso de exhibición.
Es ahí donde no sé si reír o
llorar con lo que pueda generarse; Si de por sí, no tolero ver las
consecuencias del programa en la Unión Americana, donde el éxito de
la serie ha alcanzado niveles extraordinarios de raiting, no puedo
(ni quiero) imaginar el impacto mediático que podría generar en
México.
Seré sincero. Si usted no ha visto
este programa del cual hablo, no le voy a decir que no lo haga, al
contrario, hágalo, después recuéstese en su cama, medítelo,
imagine una versión mexicana… y seque sus lágrimas.
Por Luis Arturo Hernández
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